¿Y vos, cómo haces?
12/02/2024 2024-02-12 6:38¿Y vos, cómo haces?
¿Y vos, cómo haces?
Un modo de aproximarme a la persona que me consulta.
Muchas veces colegas me preguntan: y vos, cómo lo haces?
Relato de experiencia de una psicóloga clínica en la consulta.
Cuando estoy con la persona que me consulta, me olvido de todo lo que sé… y sólo estoy.
En primer lugar, conecto conmigo. En mi cuerpo encuentro mi principal herramienta de trabajo: lo que veo, lo que escucho, lo que toco, lo que siento, mis experiencias pasadas, lo que intuyo… mis soportes… mi respiración.
Tengo en claro mi objetivo: poder comprender lo que a esta persona le sucede y cómo experimenta lo que le sucede, para ir, de a poco enfocando, discriminando, separando lo esencial.
Y ahí vamos, conectando, a su ritmo, por donde me va llevando, atenta a lo que me muestra… con muchísimo respeto y cuidado por lo que va emergiendo.
No es momento (aún) para tener en cuenta criterios diagnósticos.
Estoy atenta, con una atención relajada, fluida.
Y voy descubriendo, de a poco, qué cree, cómo piensa, cómo siente, qué hace, cómo se relaciona, qué necesita, qué quiere, qué evita, para qué está aquí… y vamos así, conociéndonos de a poco.
Y avanzamos, y seguimos reconociendo que fue que le pasó, cómo llegó a lo que está siendo: cuáles fueron sus miedos, sus dolores, sus decepciones, sus frustraciones, sus fracasos. Y también cuáles son sus logros, sus virtudes, sus luces y sombras, todo. Porque todo tiene que ver con todo!
Y seguimos relacionándonos, y lo que voy pensando se lo voy expresando (siempre que sirva para algo, siempre que tenga un sentido). Y vamos frenando y avanzando, subiendo y bajando, como en un camino de montaña, volviendo siempre al presente.
Y trabajo para que aumente su percatarse, que se dé cuenta de sus interrupciones, que pueda conectar con lo obvio, con lo que está ahí, a la vista. Y a medida que lo identifico, se lo devuelvo, a eso simple, a lo evidente.
Y me invado de paciencia, de tolerancia, tanta, como para contagiarlo.
Y me convierto en aliado de sus aspectos más difíciles, los rechazados, los negados, lo que lo avergüenza. Y no me asusto, y me identifico con eso, y me amigo, y lo desdramatizo y se lo expreso. Hasta le vamos dando un lugar, a todo, porque todo es de humanos. Sobre todo, a eso que no tuvo ni tiene ningún lugar. Eso que fue invisibilizado, desterrado. Para que lo pueda mirar, lo pueda nombrar, se pueda responsabilizar de que también le pertenece.
Y no hay encuentro en que no me inunde el asombro, por las ocurrencias de la vida. Y abro mi mente y mi corazón, y lo trato afectuosamente, sabiendo que es el modo con el que necesita ser tratado, y tratarse.
Contactamos con su dolor, con su cansancio, con lo que surge. Y con un poco de suerte, le brindo alivio.
Y vamos, de a poquito sembrando el cambio: con palabras, con gestos, con actitudes.
No le temo a su angustia, a su ira, a su locura, porque no le temo a las mías. No las estimulo, ni las freno. Dejo que sean. Y nos arriesgamos un poco.
Lo aliento a que se permita su sana expresión, para recuperar su equilibrio, para renovarse, e ir reconciliándose consigo mismo.
Y le muestro que los síntomas son mensajeros, es su sabio organismo dándole un mensaje, que sólo él podrá descifrar. Y vamos hacia ahí, y cuidamos al mensajero, lo atendemos, lo asistimos.
Y no le propongo nada que no haya trabajado yo en mí, primero.
Y siempre confío: en que la vida nos quiere vivos, y que un mejor estar es siempre posible.
Y así, continuamos, juntos, desenredando, ovillando de nuevo, reparando, sanando, existiendo.
Hasta el próximo encuentro!.
Córdoba, Octubre de 2023
Claudia Fulla, Esp. Psic. Clínica MP 2596 ME 631